[Al Servicio de la República] 26 de julio, 2015
Cuestiones a valorar sobre constituyentes y reforma constitucional
El objetivo de la Constitución Española de 1978 (CE 78) era proteger la relación de poder entre clases a la salida de la dictadura combinando dos elementos: formas democráticas externas ajustadas a lo que el capitalismo moderno demandaba en Europa, y asegurar la IMPUNIDAD del franquismo sin la cual se derrumbaría todo el tinglado.
Pasado el tiempo, y en reajuste el capitalismo, mantener los dos elementos aconsejan ciertos retoques al objeto de que todo iba igual: la ratio de poder y la imprescindible impunidad. Este cambio cosmético se está vendiendo como «democratizador» y envuelto en la etiqueta «constituyente», donde confluyen todos los que no cuestionan el sistema, la ratio de poder de clase ni, por supuesto, la impunidad.
Constituyente es Más —que quiere renegociar el alquiler en Catalunya—, es Pedro Sánchez, es Garzón, es Iglesias, todos partidarios de poder constituyente para cambiar la constitución.
¿Objetivo? Ya sabemos. Que no se toque lo fundamental, el modelo de estado y la relación de poder de clase en España. PP se encuentra más remiso a cambios y prefiere hacerlos vía BOE para blindar el poder, criminalizar las protestas, etc, en el fondo conocen los puntos débiles del tinglado y temen los cambios, controlando ellos el régimen y sus resortes de poder, con un odio profundo a todo aquello que signifique memoria histórica, antifascismo y república, el PP aceptaría retoques en la CE78 solamente si pudiera vetar los contenidos que no le gustasen, como hicieron los postfranquistas en 1978.
Si la apuesta soberanista en Catalunya sigue, y si no deriva hacia un enfrentamiento de clase, lo más probable es que haya reforma constitucional para estabilizar el sistema de dominación; entre tanto, lo que tenemos es represión y más represión en el BOE, engaños «constituyentes« en la izquierda y podemitas, y una extraordinaria confusión por todas partes. ¿Solución? REPÚBLICA, REPÚBLICA, REPÚBLICA.
O sea, la ruptura.
¿Cómo? Atacando donde el sistema es más débil.
La CE78 entró en vigor tras la firma del Rey, pero el Rey lo era gracias a haber sido escogido por la dictadura de la que él mismo fue segundo jefe de estado. Los dos referéndum que la dictadura usó para traer la monarquía deben ser declarados nulos. Y si la figura del Rey —es decir, la monarquía— está afectada gravemente por esto ¿qué credibilidad tiene una CE78? La solución es declarar nula de pleno derecho la instauración de la Monarquía en 1975, devolver la jefatura del estado a las Cortes (como en 1873 con la 1ª RE), nombrar un presidente de la república interino, formar un gobierno provisional que recupere la legalidad republicana perdida, estabilizar la situación y entonces, solo entonces, cuando se haya barrido del mapa toda sombra de impunidad franquista, convocar una asamblea constituyente para decidir sobre la Constitución republicana de la III RE.
¿Imposible, difícil?
No más que derrotar a los mercados, a la Troika o a Merkel.
Valórese que un grupo de diputados defendiera públicamente esta posición en las Cortes y por todos los medios a su alcance.
Valórese que se uniera la respuesta social a la crisis, las movilizaciones y la lucha ciudadana con la formación de una alternativa republicana que simbolizara el deseo de romper con el actual estado de cosas.
Todo el esfuerzo de las candidaturas «en Común» se está realizando desde arriba, desde el discurso 15M y a la zaga ideológica de Podemos, en las organizaciones y grupos «citados» para converger no hay ni uno solo explícitamente republicano, y el asunto de la República es visto como no prioritario, como mucho desleído en verborrea constituyente, desligado totalmente de la memoria. Esto destaca notoriamente con el sentimiento republicano presente con gran fuerza en las candidaturas en común, en las asambleas y cargos públicos. La República y todo lo que implica es rechazo por arriba y desde luego no está presente en el discurso público. ¿cuál es motivo?
Sabemos algo con toda certeza. La defensa explícita de la República es algo inaceptable para el actual régimen, es inasumible por los partidos del sistema, un debate público sobre este tema en los términos planteados en este texto resultaría completamente desestabilizador. La combinación de un frente republicano en el conjunto del estado, con la lucha soberanista catalana y con las movilizaciones populares contra la crisis resultaría un escenario de pesadilla para el régimen.
La Unidad Popular debe ser Unidad Popular Republicana, esta es la clave, una unidad que signifique una Alianza Republicana. Y desde el espectáculo vivido en Grecia, donde un partido de unidad popular como Syriza, con mayoría parlamentaria, con el gobierno, con un 60% de apoyos en la población hemos visto cómo se ha rendido, traicionando miserablemente todas las esperanzas de resistencia puestas en ellos, después de eso lo que ya nadie puede dudar es que la firmeza y la voluntad de resistir y vencer es fundamental.
La República es nuestro objetivo y nuestra voluntad inquebrantable. La República sin Impunidad, la República comprometida con nuestra soberanía plena, popular, política y económica. Un estado comprometido con los derechos sociales fundamentales donde toda la riqueza del país sea puesta al servicio del bien común. La República, que para nosotros no es otra cosa que la fraternidad organizada.
Pongámonos Al Servicio de la República.