Comunicado Al Servicio de la República – 17 de abril de 2015 / «Sobre la necesidad de replantear la lucha republicana»

[Al Servicio de la República] [ASR 17/abril/2015]

La pretensión de la JER de convertirse en una especie de referente republicano de algún tipo lo que causa es risa a cualquiera que se tome la molestia de valorar su actuación desde los meses previos a la abdicación del rey. No es más que una estructura controlada al objeto de impedir que la acción republicana pueda poner en cuestión la triunfal línea política de IU en este periodo y que la cuestión republicana pase a primera línea de la política.

La JER se ha convertido en un colosal engaño similar a algunas de las estructuras del 77 creadas para facilitar el pasteleo con el régimen franquista. Si algo hemos de aprender de los errores que hemos cometido al confiar en quienes no debíamos, es que los republicanos no podemos supeditar la lucha republicana a quienes no lo son, llamamos republicanos a los que luchan por la República aquí y ahora y no tienen miedo a pronunciar su nombre. La JER y los partidos que la controlan desde arriba, supeditando a las juntas locales, han renunciado en la práctica a que la cuestión republicana juegue papel alguno en las iniciativas por lograr unidad política y electoral; en estas municipales inmediatas la iniciativa estratégica y político ha estado en manos del conglomerado podemos-ganemos en cualquiera de sus formas, abandonando IU PCE cualquier pretensión de ofrecer un objetivo y un discurso diferenciados; ni unos, ni otros han querido ofrecer candidaturas unitarias sobre el modelo del Frente Popular, antes al contrario, han promovido estructuras unitarias basadas en una ideología anti-política, anti-partidos basada en el modelo de primarias disolventes promovido por la Fundación Soros y el conglomerado del partido demócrata norteamericano y la Trilateral para desideologizar la política europea.

La República Española es vetada, negada y rechazada como un objetivo primario y público y no ha jugado ningún papel en los procesos de unidad; procesos, que por otra parte, no están siendo nada más que un completo fracaso y una vergüenza pública.

En este contexto de confusión, la JER boicoteó deliberadamente la propuesta inicial realizada hace ya dos años de lograr unidad electoral a partir de un objetivo estratégico, la República, tomada como símbolo de la ruptura que se precisa con este régimen para lograr las políticas sociales y económicas que se precisan. Se propuso, y se negó, se ocultó y se torpedeó desde dentro, la creación de una asamblea republicana de cargos públicos que hiciera una declaración a la Nación desde Jaca y demandase la formación de candidaturas unitarias republicanas. Este objetivo fue defendido en varios actos públicos de la JER por quien suscribe, incluso en presencia de destacados dirigentes del PCE. Al producirse la entrada de IU, RPS y el PCE m-l en la JER tras el II Encuentro (Rivas) se produjo un cambio sustancial de línea que llevó a la JER a la plena supeditación a la línea estratégica de IU, a saber, que la Republica no entraba en la línea estratégica electoral ni en la de alianzas, quedando reducida a una estructura cupular que marca límites a las diferentes juntas locales e imponiendo como línea de trabajo republicano recogidas de firmas, la propuesta de referéndum y el consabido y fantasmagórico «proceso constituyente». La JER ha funcionado como un tapón durante todo el proceso de abdicación del Rey y hasta el momento presente.

En este último periodo ha sido el discurso postmoderno podemita el que ha marcado la pauta y dominado la escena, algo facilitado por las renuncias acumuladas por IU PCE desde el carrillismo y los graves errores de un RPS y un PCE M-l incapaces de convertir en línea de acción política republicana sus propuestas teóricas, y fracasando estrepitosamente al intentar sumarse a las masas post-quince-eme, al punto de sufrir el zarpazo de la rendición ideológica y la división (IU PCE) o la escisión hacia Podemos (caso de RPS). La gran despreciada ha sido la República, y quienes llegaron a defender que era posible lograr la «unidad popular» dejando la República en un segundo plano —exigencia del PCE con el que se estuvo en tratos— lo único que han logrado es el ridículo y una división de sus propias filas.

Para salir de esta situación hay que hablar claro y tirar hacia adelante por el camino que nunca se debió abandonar. La lucha por la República. Y tratar sin descanso de lograr unidad sobre la base de un discurso claro, valiente y firme. Si eso significa romper el silencio sobre contradicciones que están impidiendo avanzar, habrá que empezar a hacerlo.

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