Tomar decisiones [ASR 25 de enero de 2019] / Pedro A. García Bilbao ASR

Lo que podamos representar en Al Servicio de la República en el espacio republicano español es sólo una linea más, de las que defienden quienes se consideren republicanos. Somos una más de las diversas voces. Hay, eso sí, en ASR una trayectoria específica detrás y una forma de afrontar la situación actual, la historia pasada y los retos diarios. Que cada grupo exponga su punto de vista, su valoración, sus propuestas, no solo las genéricas, sino las concretas. Nosotros lo hacemos.
 
Hay algunas cosas que consideramos básicas. La legitimidad republicana, por ejemplo. Darla por perdida no es algo que aceptemos. Somos leales a la República. Es preciso, a nuestro modo de ver, reconocer que el actual régimen del 78 se basa en la impunidad del franquismo y que la Constitución vigente está gravemente afectada por haber entrado en vigor merced a la firma de un rey que era en ese instante el segundo jefe de estado de la dictadura. Igualmente no puede dejar de señalarse lo que fue la ilegalización de los partidos republicanos en junio de 1977 no pudiendo presentarse a las elecciones y que éstas no fueran convocadas con carácter constituyente son cuestiones a tener en cuenta; como lo es el hecho de que la Constitución de 1931 no fue nunca derogada legalmente o que la monarquía se reinstauró por dos referenda organizados por la dictadura. Habría que decir algo al respecto en las Cortes ahora, nos parece. Son estas cuestiones de principio.
 
Pero en el Colectivo Al Servicio de la República nos preocupa no sólo esto, es sobre todo el presente, la precariedad, el retroceso de derechos sociales y civiles, la derechización creciente, pero también el futuro, el cambio climático, la crisis energética, esos grandes desafíos ante nosotros.
Hemos empleado años y años en buscar unidad de acción con otros grupos que también decían ser republicanos, pero que en la práctica utilizaban la república para darse legitimidad entre su base pero que una en las Cortes, Senado o Ayuntamientos pasaban por completo de todo compromiso; otros sin representación usaban la república porque temían presentarse con su propio nombre e ideología, y he de decir que algunos no fuimos capaces de verlo hasta que fue tarde… pero siempre ha habido grupos republicanos por todas partes, siempre hemos buscado el diálogo, el ser capaces de aunar esfuerzos, pero hay mucho desánimo, incluso desconexión de la vida real y hasta de la política, de forma que intentar forjar un partido, una plataforma de acción republicana no ha sido nada fácil y a muchos les asusta. Y por supuesto, no faltan quienes lo que quieren es seguir un camino que no es, sencillamente el nuestro; pues nada, adelante, todos hemos de ser coherentes con lo que pensemos.
Lo que sí sabemos es que hay también muchos otros con los que coincidimos y que no tienen miedo, que tienen claro lo que se necesita y que estarían dispuestos a moverse si se abre un camino.
Los republicanos no comparten todos la misma ideología, hay varias formas, unas clásicas, otras síntesis más personales; no somos los únicos, pasa igual con el socialismo, el liberalismo, el comunismo y hasta con el cristianismo, no debemos asustarnos por la existencia de diferencias. A las dificultades organizativas se suma una cierta confusión ideológica, es por ello que resulta tan preciso hacer actos públicos, tomar posición, proponer, actuar, mojarse, comprometerse, porque haciendo esto se puede ver quien es quién y qué defiende. Hay aquí un principio general: no nos fiemos nunca del que oculta lo que piensa, del que oculta sus principios. Una cosa es la prudencia y la serenidad y otra es el silencio como tapadera consciente o inconsciente de la nada.
Pi i Margall, en un discurso suyo recordando lo que fue la experiencia de la I República, hizo algunas recomendaciones sobre la cuestión de la unidad de los republicanos:
Propagad las ideas, difundidlas y, si verdaderamente deseáis el triunfo de la República, sed disciplinados, no promováis nunca entre vosotros la discordia. Dirigid vuestros ataques á los enemigos, no á los amigos ni á los que estén en las lindes de vuestro campo. Para todo fin inmediato y concreto no vaciléis en aceptar ó buscar el apoyo de los demás republicanos. Huid sólo de las coaliciones permanentes.
Reconocía el ilustre republicano federal la pluralidad de tendencias y señalaba donde poner, no obstante, el foco de la atención, en los enemigos de la república, y al reconocer la pluralidad, abogaba porque cada cual se expresar con calidad y fuesen las uniones en torno a ideas o propuestas concretas. Sin duda sabía de qué hablaba.
La ambigüedad en política puede ser útil momentáneamente para sumar gentes diversas, pero en el republicanismo es rechazable: hay que tener el valor de defender aquello en lo que se cree y extender las propias ideas en diálogo con los demás, solo así se logra «unir a los nuestros» que es lo que necesitamos para extendernos. Este es el ámbito en el que se deben forjar las alianzas. Tomando partido, que decía Gramsci. Mojándose. Y sabiendo llegar a acuerdos sobre la base de principios, de propuestas y de procedimientos claros y públicos.
Pido a cuantos estamos en el Colectivo Al Servicio de la República que reflexionemos sobre el momento en el que estamos, sobre la experiencia de alianzas mantenidas. Hay diálogo con otras fuerzas cara a las elecciones europeas pero sobre todo cara a la necesidad de construcción republicana. Debemos tomar decisiones ya. Algunos caminos se bifurcan, pero otros se unen. Hay manos tendidas. La nuestra lo está.

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